martes, 22 de abril de 2014

Durante cuatro siglos se ha formado y consolidado el caballo de raza lipizzano, que se originó en la dura tierra del Carso, en Lipica —pronunciado Lipitza—, Eslovenia. Ya en los tiempos de los romanos se hablaba mucho sobre el caballo cársico, el antepasado del lipizzano, que habitaba los yermos pastos de ésta región. La sangre del caballo tordillo del Carso se había mezclado con la de los caballos españoles, napolitanos, árabes y de Kladruber. Así nació el  de hoy, conocido por su blanca belleza, por su inteligencia y por su movimiento —su atracción se encuentra justamente en su movimiento armónico

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